POEMAS DE AMOR

AMOR
¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
Y escuchar a su lado
Lo dulce y armonioso de su acento;
Tener su boca a nuestra boca unida
Y su cuello en el nuestro reclinado,
Es el placer más grato de la vida,
El goce más profundo
Que puede disfrutarse sobre el mundo!

Porque el amor al hombre es tan preciso,
Como el agua a las flores,
Como el querube ardiente al paraíso;
Es el prisma de mágicos colores
Que transforma y convierte
Las espinas en rosas,
Y que hace bella hasta la misma muerte
A pesar de sus formas espantosas.
Amando a una mujer, olvida el hombre
Hasta su misma esencia,
Sus deberes más santos y su nombre;
No cambia por el cielo su existencia;
Y con su afán y su delirio, loco,
Acaricia sonriendo su creencia,
Y el mundo entero le parece poco...
Quitadle al cenzontle la armonía,
Y al águila su vuelo,
Y al iluminar espléndido del día
El azul pabellón del ancho cielo,
Y el mundo seguirá... Mas la criatura,
Del amor separada
Morirá como muere marchitada
La rosa blanca y pura
Que el huracán feroz deja tronchada;
Como muere la nube y se deshace
En perlas cristalinas




                                                                                                                                                                                     MANUEL ACUÑA


NO ES EL AMOR QUIEN MUERE
No es el amor quien muere,
Somos nosotros mismos.
Inocencia primera
Abolida en deseo,
Olvido de sí mismo en otro olvido,
Ramas entrelazadas,
¿Por qué vivir si desaparecéis un día?

Sólo vive quien mira
Siempre ante sí los ojos de su aurora,
Sólo vive quien besa
Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

Fantasmas de la pena,
A lo lejos, los otros,
Los que ese amor perdieron,
Como un recuerdo en sueños,
Recorriendo las tumbas
Otro vacío estrecha.

Por allá van y gimen,
Muertos en pie, vidas tras de la piedra,
Golpeando la impotencia,
Arañando la sombra
Con inútil ternura.


No, no es el amor quien muere.
                                                                                                                                                         LUIS CERNUDA





SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo,
Dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
                                                                     LUIS CERNUDA


TE QUIERO
Te lo he dicho con el viento
Jugueteando tal un animalillo en la arena
O iracundo como órgano tempestuoso;

Te lo he dicho con el sol,
Que dora desnudos cuerpos juveniles
Y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
Frentes melancólicas que sostienen el cielo,
Tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
Leves caricias transparentes
Que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
Vida luminosa que vela un fondo de sombra;
Te lo he dicho con el miedo,

Te lo he dicho con la alegría,
Con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta;
Más allá de la vida
Quiero decírtelo con la muerte,
Más allá del amor
Quiero decírtelo con el olvido.

                                                                                                                                           LUIS CERNUDA

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