FUENTE DE SABIDURIA

El SUEÑO DE UNA ORUGA
Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes:
– ¿Hacia dónde te diriges?, le preguntó.

Sin dejar de caminar, la oruga contestó:

– Tuve un sueño anoche; soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.

Sorprendido, el saltamontes dijo, mientras su amigo se alejaba:

– ¡Debes estar loco!, ¿Cómo podrías llegar hasta aquel lugar?

– ¡Tú, una simple oruga!. Una piedra será para ti una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.

Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.
La oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.

Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir de su sueño!
-¡No lo lograrás jamás! – le dijeron -, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.

Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar:

– Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.

Todos los animales del valle por días fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal mas loco del pueblo.

Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió “por querer realizar un sueño irrealizable”.

Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una ADVERTENCIA PARA LOS ATREVIDOS. De pronto quedaron atónitos.

Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: UNA MARIPOSA.

No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.

“Todos se habían equivocado”. Si tienes un sueño, vive por él, intenta alcanzarlo, pon la vida en ello y si te das cuenta que no puedes, quizá necesites hacer un alto en el camino.

SI TIENES
Si tienes comida al abrir el refrigerador, ropa para vestirte, una cama para dormir, un techo que te proteja eres más afortunado que el 6o% de la población mundial, que no tiene donde hacerlo.
Si tienes dinero en el banco y en la billetera y aun te sobran unas monedas estas entre el 8% de los más ricos en el mundo.
Si te despertaste esta mañana con más salud que enfermedad, eres más afortunadas que el millón de personas en el mundo que morirá esta semana.
Si nunca has experimentado el peligro de la guerra, la soledad de la prisión, la agonía de la tortura o los dolores del hambre estas mejor que lo quinientos millones de, seres humano. 
Si en los últimos días has podido ir a la iglesia, sin miedo a ser castigado, lastimado, arrestado, torturado o asesinado, eres más afortunado que más de tres mil millones de habitantes sobre la faz de la tierra. 
Si tus padres viven y aun están casados eres un ser raro en 3ste mundo. Pero feliz 
Si puedes levantar la cabeza y sonreír eres un ser bendito, porque la mayoría de las personas podría hacerlo y no lo hace. 
Si puedes escuchar este mensaje eres doblemente feliz porque sabes que alguien pensó en ti. Y además no eres parte de los dos mil millones de personas en el mundo que no escuchan porque sufren de sordera 
En la vida cuenta tus bendiciones y no te quejes por lo que no que no tienes, recuerda que eres un afortunado por ello dale gracias a Dios.




MI NOMBRE ES SARAH.
Mi nombre es Sarah
tres años de edad, 
mis ojos hinchados
no puedo mirar
Debo ser estúpida
debo ser mala,
por qué otro motivo
mamá está enojada?
Quisiera ser mejor,
fea no estar,
entonces... tal vez mami
me quiera abrazar
no debo hablar
no debo hacer mal,
o de lo contrario
todo el día me van a encerrar
Cuando despierto
siempre estoy sola,
la casa está oscura
por horas y horas
Cuando mami regrese
trataré de ser Buena,
y si ella me golpea
que sea una vez...

¡Shhh... No hagas ni un ruido

la puerta acabo de escuchar,
mi papi ha llegado
borracho de un bar
Lo escucho enojado
mi nombre gritar
y contra una pared
me trato de resguardar
Trato de esconderme
de su horrible Mirada,
no aguanto el llanto
me siento espantada
Me encuentra llorando,
me grita, me insulta,
me dice que sus problemas
son por mi culpa.
Me empieza a golpear,
me sigue gritando,
me logro soltar
y corro tropezando...
Caigo al suelo
mis huesos doliendo,
papá me dice palabras
que ya no le entiendo
"¡Perdóname!" le grito,
pero ya es muy tarde..
su rostro desencajado
parece que arde


Los golpes y las palabras
me duelen de verdad,
le pido a Dios
misericordia y piedad
Por fin el termina
y camina a la puerta,
mientras yo en el suelo
quedo casi muerta


Mi nombre es Sarah
tres años de edad,
esta noche mi padre
me mató sin piedad...
Existen millones de niños como Sarah en el mundo
Tú puedes ayudar.

Estos actos enferman y si tú lees este poema y te afectó en algún modo, haz algo al respecto!!! Todo lo que pido es que lo reenvíes y reconozcas que esto realmente sucede, y que padres como éstos viven en nuestra sociedad... oremos porque termine el abuso infantil y por la seguridad de los niños.

Ponte un listón azul como solidaridad contra el maltrato infantil y aunque no lo creas algo tan sencillo puede cambiar la vida de miles de niños en el mundo.




ENTENDIENDO AL HIJO
Escucha hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable vine junto a tu cama.

Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la
Escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé por que no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.

Durante el desayuno te regañé también, volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste:

¡Adiós papito! Y yo fruncí el entrecejo y te respondí: ¨¡Ten erguidos los hombros!¨
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. ¨ ¿Qué quieres ahora?¨ te dije bruscamente.
Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracito me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aún el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entro en mi un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mi la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que yo esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.
Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace de las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.

Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: ¨No es más que un niño, un niño pequeñito¨ Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.

En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla. Tratemos de imaginarnos porque hacen lo que hacen. Eso es mucho más provechoso y más interesante que la crítica; y de ello surge la simpatía, la tolerancia y la bondad ¨Saberlo todo es perdonarlo todo¨.¨ El mismo Dios, señor no se propone juzgar al hombre hasta el fin de sus días ¨ .Entonces. ¿Por qué hemos de juzgarlo Usted y yo?





EL VUELO DE LOS GANSOS
¿Cómo nos hemos dejado engañar durante miles de años de que la ley del más fuerte, la competitividad, el egoísmo y el individualismo es lo mejor para la sociedad? ¿A dónde nos han llevado estos valores? ¿Vivimos en el mejor de los paradigmas posibles? ¿Quién nos puede enseñar a tomar otro rumbo?
Pues en este caso se trata de mirar al Cielo, pero no para inspirarnos en los grandes Maestros Espirituales, sino en los humildes gansos cuya estructura social es digna de admiración e intento de imitación por nuestra parte.
El vuelo de los gansos y su estructura en “V” no sólo es solidaria e integradora de todos los individuos, sino que además es mucho más eficaz porque la unión hace la fuerza en todos los reinos de la Naturaleza, y nosotros somos uno más.
Merece la pena reflexionar sobre las lecciones del vuelo de los gansos y sobre las perspectivas que nos abren si aplicásemos el sentido de la cooperación en vez de la competencia en nuestras vidas:
Lección 1: Los gansos con el movimiento de sus alas van creando cada uno “una fuerza de suspensión”que ayuda al ganso que viene detrás de él, volando en una formación en “V”. Deducción: Cuando compartimos un mismo objetivo y tenemos sentido de comunidad, podemos llegar a donde deseamos, más lejos, más fácil y más rápido, ya que al viajar juntos (estar juntos) nos vamos ayudando mutuamente. Este es el beneficio de apoyo mutuo.
Lección 2: Cuando un ganso se sale de la formación este siente la resistencia y el esfuerzo de lo que significa volar solo, por lo que el ganso vuelve a la formación  para aprovechar “la fuerza del levante” del ganso que va hacia adelante. Deducción: Si nosotros tenemos la misma sabiduría que el ganso nos mantendremos en formación con aquellos que van en la misma dirección y estaremos dispuestos a aceptar su ayuda como también a darle la nuestra a los demás.
Lección 3: Cuando el ganso que lidera la formación  se cansa, cambia su posición  pasando a la formación para que otro ganso lidere la bandada. Deducción: Obtenemos resultados óptimos cuando hacemos turnos para realizar los trabajos difíciles. Es conveniente alternarse para realizar las labores más desgastadoras y compartir el liderazgo, al igual que los gansos nosotros dependemos unos de otros.
Lección 4: Los gansos que vuelan en la parte posterior de la formación, graznan por alentar a los que van en la punta con el propósito de mantener la velocidad. Deducción: Una palabra de aliento produce grandes resultados. Debemos de asegurarnos  que nuestros “graznidos” sean para alentar y no para otra cosa.

Lección 5: Cuando un ganso se enferma, es herido o derribado por un disparo, por lo menos dos otros gansos salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan con él en tierra hasta que es capaz de volar o muere, luego ellos con su propia formación, se unen a otros hasta alcanzar la bandada de donde provienen. Deducción: Si tenemos tanto sentido como los gansos, nos mantendríamos siempre uno al lado del otro y nos ayudaremos mutuamente en tiempos difíciles. Esto se llama: TRABAJO EN EQUIPO.



EL TIEMPO DE PAPÁ
Un hombre llegó a su casa después de un largo día de trabajo, cansado e irritado. Encontró a su hijo de 5 años esperándolo en la puerta.
“Papá, ¿puedo hacerte una pregunta?”
“Si claro, ¿qué quieres?” contestó el hombre
“Papá, ¿cuánto ganas por hora en tu trabajo?”
El hombre, un poco irritado por la pregunta le contestó:
“¡Eso no es de tu incumbencia! ¿Por qué me estás preguntando eso?”
“Solo quiero saber. Por favor dime, ¿cuánto ganas por hora en tu trabajo?” le suplicó el pequeño niño.
“Está bien, está bien…si tienes que saber, gano 20 dólares la hora”.
“Ah…”  contestó el niño, mirando hacia abajo por un momento. Miró al hombre y le dijo; “Papi, ¿me podrías prestar 10 dólares por favor?”
El padre se puso furioso, levantando la voz le dijo: “Si la única razón por la que querías saber cuánto ganaba era para pedirme dinero para comprar algún juguete o alguna otra tontería, te me vas ahorita mismo a tu cuarto. Trabajo muy duro desde que amanece hasta que anochece todos los días y no tengo tiempo para esto”.
El niño bajó la mirada y se fue en silencio a su cuarto y cerró la puerta. El hombre se sentó y se quedó pensando en lo que acababa de suceder, enojándose cada vez más con los cuestionamientos de su hijo. ¿Cómo se atreve a hacer esas preguntas solo para sacarme dinero?
Después de una hora, el hombre se calmó, y reflexionó sobre lo sucedido. A lo mejor había sido muy duro con su hijo. Quizás quería los 10 dólares para algo que necesitaba, después de todo no pedía dinero muy seguido. El hombre fue a la puerta del cuarto del niño y la abrió.
“Hijo, ¿estás dormido?” le preguntó
“No papi, estoy despierto”, contestó el niño
“Estuve pensando que a lo mejor fui muy duro contigo”, dijo el hombre. “Ha sido un día muy largo y tengo muchas presiones en el trabajo y las descargué contigo. Aquí están los 10 dólares que me pediste.”
El pequeño niño se sentó en la cama y dijo emocionado “¡Gracias papi!”. Entonces, buscando bajo su almohada, sacó un puño de billetes arrugados.
El hombre, viendo que el niño ya tenía dinero, comenzó a enojarse de nuevo. El niño empezó a contar lentamente su dinero con emoción.
“¿Por qué me pediste dinero si ya tenías?” su padre refunfuñó.
“Porque no tenía suficiente papá, pero ahora sí”, contestó el niño.

“¡Ahora tengo 20 dólares! Papi, ¿puedo comprar una hora de tu tiempo?






























EL PADRE MÁS MALO DEL MUNDO

Yo tuve el padre más malo del mundo. Cuando fui creciendo se hizo más malo. Mi padre insistía en saber dónde estaba, parecía que estaba encarcelado. Tenía que saber quiénes eran mis amigos o con quien andaba y lo que estaba haciendo a cada instante. Me insistía mucho en que si decía que me iba a tardar una hora en algo o en algún lugar, debía tardarme solamente una hora.
Pero siguió siendo cada vez más malo. Me da vergüenza admitirlo, pero hasta tuvo el descaro de romper la Ley Federal del Trabajo de los Niños. Me enseñó y me obligó a lavar mis trastes (platos o utensilios de cocina), a hacer mi cama, a barrer y hasta a aspirar mi recámara y a lavar mi ropa; me mandaba a la tienda de la esquina a hacerles mandados a él y a mamá y tuve que aprender cosas muy crueles como cocinar y otras que de plano no quiero recordar.
Me parece que se quedaba despierto toda la noche pensando que podría hacerme al día siguiente para molestarme. Cuando llegué a la adolescencia, mi padre fue más malo y mi vida se hizo más terrible. Siempre insistía en que dijera la verdad y en que le tuviera confianza. Obligaba a mis amigos a tocar la puerta de la casa y a preguntar por mí en lugar de silbar o tocar el claxon para que yo saliera corriendo. Sé convirtió en un metiche total.
Quería que le informara el nombre de cada amigo, a que se dedicaba, quiénes eran sus padres y a qué se dedicaban; dónde vivía, a qué escuela asistía y qué estudios cursaba y muchas cosas más. Sobre todo cuando quería ir a una fiesta o paseo, ya se han de imaginar. Por eso digo que mi padre fue un fracaso completo.
Sin embargo, ha pasado el tiempo y a la fecha ni yo ni mis hermanos hemos sido arrestados por vagos, ebrios o por tener problemas con las drogas. No hemos participado en ningún acto de violencia. Cada uno de nosotros estamos trabajando para lograr un mejor futuro y sólo nuestro esfuerzo será lo que nos haga cada día mejores. A nadie puedo culpar de mi futuro, cualesquiera que sea. Mi padre hizo que me convirtiera en un adulto educado, respetuoso, honesto y trabajador.
Ahora que soy padre, estoy educando a mis hijos con las mismas enseñanzas y de la misma manera que mi padre me educó. Me siento orgulloso cuando mis hijos me dicen que soy malo, muy malo y mal padre.
Verán, les digo, con el tiempo, ustedes le darán gracias a Dios por haber tenido, como yo lo tuve, “el padre más malo del mundo”.



















UN PAPÁ QUE SE VA AL CIELO



Diosito, disculpa que te distraiga, ya sé que estás muy ocupado cuidándonos, pero quiero hacerte una pregunta muy importante para mí:
¿Cuánto tarda en regresar un papito que se va al cielo?, déjame platicarte; hace muchos días mientras veía una película en la televisión sonó el teléfono, mi mami contestó, la vi muy angustiada, y sin darme explicación alguna me llevó a casa de mi tía Rosa, ella es hermana de mi mami y me quiere mucho, allí me dejó toda la noche.
Al otro día no me llevaron a la escuela, ¡qué alivio! A propósito soy el más aplicado de la clase. Todos en la familia lloraban y salían de la casa a cada rato, todos excepto alguien, mi papito, a quien no veía por ninguna parte, ¡qué raro!
La noche anterior no llegó a dormir y lo peor es que esta vez no me avisó por teléfono.
Cuando pregunté a mi abuelita, ¿dónde está mi papito?, tan sólo me abrazó y se soltó llorando sin darme respuesta alguna.
Lo mismo ocurría cuando le preguntaba a otro miembro de la familia, hasta que por fin, mi madre se decidió a darme la respuesta: ¡se fue al cielo!. ¿Al cielo?, ¿por eso lloran?.
No se preocupen, él siempre regresa y cuando lo hace me colma de dulces y juguetes y me promete que no nos volveremos a separar, pero ya sé; lo vuelven a mandar de viaje en su  trabajo.
Diosito, esta vez se ha tardado mucho en regresar, todas las noches espero sentado en la sala a que llegue, me asomo por la ventana y miro al cielo pensando cuándo regresará, hasta que me vence el sueño y mi mami me sube a la recámara.
Disculpa, estoy llorando. Al despertar lo primero que hago es correr a su cama esperando verlo acostado.
Apenas suena el teléfono y corro a contestar esperando sea él. Desde que se fue ya no juego por las tardes, y aunque mi mami me ayuda ya no me sale igual la tarea.
En el transcurso del día, por la mañana, se me olvida un poco cuando estoy en la escuela. Por la tarde empieza el sufrimiento y ya entrada la noche es un tormento.
Cada vez lloro su ausencia y pregunto: ¿papi dónde estás?. Miro hacia el comedor y parece que lo veo sentado tomando sus alimentos platicándome de su trabajo del día.
Dime Diosito: ¿tu papi alguna vez te dejó por tantos días cuando tú estabas pequeñito para ir..., bueno en tu caso, para ir a la tierra?
¿Alguna vez viviste lo feo que se siente separarse del ser que más quieres y que porque deseas verlo no regresa?
Ni te lo imagines, ¡ES HORRENDO!, por eso te escribo esta carta Diosito, para que se la entregues a mi papi y le digas que regrese pronto porque siento que me muero.
Dile que regrese aunque no traiga juguetes ni dulces, ya no lo estoy esperando con un regalo.
Ahora mi mami me lleva al parque con más frecuencia, pero sin mi papito nada es divertido.
Me dicen que cada día estoy más flaquito, que debo comer bien y, sin embargo, ya ni la nieve me la puedo comer. Todos los días miro sus fotografías.
¡Qué felices éramos! No entiendo por qué no se pudo regresar. Diosito, ayúdame y dile a mi papi que regrese por favor; coméntale que ya puedo manejar solo la bicicleta, todos los días limpio su carro para que esté bonito para cuando regrese; por las tardes en lugar de ver la televisión cepillo sus zapatos para que luzcan bien; mi mami insiste en sacar su ropa del closet y guardarla como si nunca fuera a regresar mi papi, pero apenas se descuida y nuevamente la cuelgo en su lugar; -claro que, primero la limpio-, sobre todo su traje azul el que más le gusta.
Ayer me puse sus lentes y una de sus corbatas porque así quería ir a la escuela, -¡claro!-, mi mami me lo impidió. Cuando yo esté grande quiero ser como mi papi.
Por favor Diosito, dile a mi papi que prometo lavarme los dientes, comer bien todos los días, dormir temprano, pedirle menos que me lleve al parque, no ensuciar mi, no tocaré más sus cosas ni rallaré las paredes, no le pediré mas para dulces, todo, todo lo que sea, pero por favor le suplico que regrese.
A veces pienso que mi papi se fue porque me he portado mal e inmediatamente le digo:" papi, donde quiera que estés ¡perdóname!, apenas tengo 6 años".
Diosito, tú también perdóname si me he portado mal, pero no me castigues así, quiero jugar nuevamente con él en el parque, quiero sentir su mano que me conduce cuando vamos de compras, quiero ayudarle cuando arregle su carro, quiero escuchar su voz, quiero... quiero..., simplemente quiero verlo y decirle cuánto lo amo, cuánto lo extraño, daría todos mis juguetes a cambio de que por lo menos me hablara por teléfono.
Diosito, ya regrésalo a mi lado, me he portado bien. Dime, ¿qué hice para merecer esto?
Diosito, la casa se siente vacía; ya no sé sonreír.
Por favor Diosito, responde a mi pregunta porque al parecer nadie lo sabe: ¿Cuanto tarda en regresar un papito que se va al cielo?
P.D. Diosito, el domingo pasado fue día del padre y mi papi no vino por su abrazo.
Diosito, si es muy difícil que regrese..., nada mas dímelo..., yo puedo ir con él.
"Cambia tus pensamientos y cambiarás tu mundo".



OTRA OPORTUNIDAD: HISTORIA DE LA HORCA
“Había un hombre que a base de trabajo y sacrificio poseía una inmensa riqueza. Este hombre tenía un hijo que iba a ser su heredero, pero que no se parecía mucho a su padre. Lo único que le gustaba era las fiestas, la diversión, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.
Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: “para que nunca desprecies las palabras de tu padre”
Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo: - Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío... Y yo sé cuál será tu futuro. Vas a dejar la casa en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas más nada, tus amigos se apartarán de ti. Sólo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Fue por esto que construí esta horca. ¡Ella es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.-
El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería.
El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir: -Ah, padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es demasiado tarde.-
Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo, y entonces pensó: -Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más...-
Entonces, subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: -Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad... viviría mi vida de otra manera y le haría caso a mi padre…-
En ese momento, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin.

Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al suelo. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes... La horca estaba llena de piedras preciosas. Entre lo que cayó encontró una nota. En ella estaba escrito: “Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre.”


Papá.... yo quiero ser como tú
Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo de una manera normal....Pero yo tenía que viajar, tenía tantos compromisos.
Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba, comenzó a hablar cuando yo no estaba....Como crece mi hijo tan rápido. ! Pero como pasa el tiempo!
Mi hijo a medida que crecía me decía: ¿Papá, algún día seré como tú?
¿Cuándo regresas a casa Papá?
- No lo sé, hijo, pero cuando regrese, jugaremos juntos; ya lo verás.
Mi hijo cumplió diez años hace pocos días y me dijo: !Gracias por la pelota, papá!, ¿Quieres jugar conmigo?
- Hoy no hijo; tengo mucho que hacer.
- Esta bien papá, otro día será.
Se fue sonriendo, siempre en sus labios las palabras, "Yo quiero ser como TU".
Mi hijo regresó de la universidad el otro día, todo un hombre.
- Hijo, estoy orgulloso de ti, siéntate y hablemos un poco.
- Hoy no papá, tengo compromisos, por favor préstame el carro para visitar algunos amigos.
Yo me jubilé y mi hijo vive en otro lugar.
Hoy lo llamé: !Hola hijo, quiero verte!
- Me encantaría, padre, pero es que no tengo tiempo; tu sabes, mi trabajo, los niños....!Pero gracias por llamar, fue increíble oír tu voz!
Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo era como yo......

"Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías, mientras aguardan la gran Felicidad, que quien sabe si llegue".


 ORACIÓN DE UN PADRE
Dame, Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valiente para sobreponerse cuando tenga miedo; que se muestre orgulloso y firme ante la derrota justa, y humilde y gentil en la victoria.
Dame un hijo cuyos deseos no tomen el lugar de las obras; un hijo que te conozca y que sepa que en Ti está la piedra angular del conocimiento.
No te pido que lo lleves por una vía fácil y llena de comodidades, sino por la que tenga el acicate de las dificultades y los desafíos. Que aprenda a plantarse firme en la tempestad y a ser compasivo con los que fracasan.
Dame un hijo que tenga el corazón limpio como el cristal y altitud de miras, y que tenga dominio de sí mismo antes de pretender dominar a otros; que avance hacia el futuro sin olvidar el pasado.
Por último, te pido que una vez que tenga todas esas características, le des también bastante sentido del humor, a fin de que siempre sea un hombre serio, pero jamás se tome a sí mismo con demasiada seriedad.
Te pido que le des humildad para que siempre tenga presente la verdadera grandeza de la sencillez, y que le des la mentalidad abierta de los que han adquirido verdadera sabiduría, y la debilidad que proporciona la auténtica fuerza.

Entonces podré afirmar en voz baja: “No he vivido en vano” 



¡¡NO TE METAS EN MI VIDA!!
¡¡Hijo, un momento, no soy yo el que me meto en tu vida, tú te has metido en la mía!!
Hace muchos años, gracias al profundo amor que mamá y yo nos tenemos, Dios permitió que llegaras a nuestras vidas y ocuparas todo nuestro tiempo. Antes de que nacieras, mamá se encontraba mal, no podía comer, y además debía guardar reposo, así que yo, tuve que encargarme de las tareas de la casa, además de mi trabajo.
Los últimos meses, antes de que llegaras a este mundo, mamá no podía dormir y tampoco me dejaba dormir a mí.
Antes de nacer los gastos aumentaron increíblemente, tanto que gran parte de nuestro salario se gastaba en ti, en el médico que atendía a mamá, en medicamentos y en comprarte lo mejor. Mamá quería cómprate todo lo que veía para bebes, las mejores prendas, y lo más lindo.
Y tú, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Llegó el día en que naciste y compramos un recuerdo para regalar a todos aquellos que vinieran a conocerte.
Desde la primera noche no dormimos. Cada tres horas como si fueras un reloj nos despertabas para que te diéramos de comer, otras veces te sentías mal y llorabas todo el tiempo, sin que nosotros supiéramos que hacer, pues no sabíamos qué te sucedía y hasta llorábamos contigo.
Y tú, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Comenzaste a dar los primeros pasos y tuvimos que estar detrás de ti todo el tiempo, ya no podíamos sentarnos tranquilos a leer el periódico, a ver una película, ni podía ver el partido de mi equipo favorito, porque para cuando menos lo esperaba, te perdías de mi vista y tenía que salir tras de ti para evitar que te lastimaras.
Y tú, me dices:
¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Todavía recuerdo el primer día que fuiste a la escuela. Tuve que llamar al trabajo y decir que no podía ir, porque tuve que acompañarte al colegio y estar contigo. Tú no querías entrar, llorabas y me pedías que no me fuera, tuve que pedirle a la maestra que me dejara estar a tu lado, hasta que tomaras confianza.
A las pocas semanas ya no me pedías que no me fuera, y unos pocos días más tarde, hasta te olvidabas de despedirte cuando bajabas del auto corriendo para encontrarte con tus amiguitos.
Y tú, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??

Seguiste creciendo y nos pedías que te lleváramos al lugar en que te reunías con tus amigos, y que te dejáramos y te recogiéramos unas calles antes. Eras demasiado moderno y no sé cuántas cosas más.
No querías llegar temprano a casa, te molestabas que te pusiéramos límites o reglas, no podíamos hacer comentarios acerca de tus amigos, sin que te volvieras contra nosotros, como si los conocieras a ellos de toda la vida y nosotros fuéramos unos "desconocidos" para ti. 
Y tú, me dices:
 ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Cada vez sé menos de ti, y lo que sé, es a través de los demás, ya no quieres hablar conmigo, dices que siempre te estoy regañando. Todo lo que yo hago está mal y te burlas de mí.
Y yo me pregunto, ¿Cómo con tantos defectos he podido darte todo lo que tienes?
Mamá se queda despierta y no me deja dormir preguntándome si has llegado a casa, diciéndome que es muy tarde y que tu celular está desconectado, que ya son las 3:00 de la mañana y no has llegado.
Solo cuando te oye entrar en casa y cerrar la puerta de tu habitación, podemos dormir.
Y tú, me dices:
¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
Te aburre hablar con personas como nosotros, que no entienden el mundo de hoy, por eso sólo me buscas cuando hay que pagar algo, necesitas dinero para la universidad, o para tu diversión.
Y tú, me dices: ¿¿NO TE METAS EN MI VIDA??
¡¡Hijo, yo no me meto en tu vida… tú te has metido en la mía, y te aseguro que no me arrepiento de que lo hayas hecho y la hayas cambiado para siempre!!
Mientras esté vivo, me meteré en tu vida, para ayudarte, para formarte, para amarte y para hacer de ti una persona de bien.
Además si no lo hago yo, otros se meterán en tu vida y esa es una responsabilidad que me corresponde a mí.
¡¡ Sólo los padres que saben cómo meterse en la vida de sus hijos logran hacer de éstos, hombres y mujeres que triunfen en la vida y sean capaces de amar y ser amados!!
“La paternidad no es un capricho o un accidente, es un don de Dios, que nace del Amor”




TESTIMONIO SOBRE EL MATRIMONIO:
 55 años
Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando ésta se apaga en lugar de entrar en la hueca monotonía del matrimonio. El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:
Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los semáforos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló; su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas; él pidió a mi hermano teólogo que le dijera dónde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturas de cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con atención, de pronto pidió que lo lleváramos al cementerio. "Papá", respondimos, "son las 11 de la noche! no podemos ir al cementerio ahora".
Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años". Se produjo un momento de respetuoso silencio, no discutimos más.
Fuimos al cementerio, pedimos permiso para acceder y con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 años...... ¿saben?, nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así". Hizo una pausa y se limpió la cara. "Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis. Cambié de empleo", continuó. "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la pérdida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores...
Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por qué?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto, que no me hubiera gustado que sufriera...".
Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo está bien, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".
Esa noche entendí lo que es el verdadero amor; dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, ni con el sexo, más bien se vincula al trabajo, al complemento, al cuidado y, sobre todo, al verdadero amor que se profesan dos personas realmente comprometidas".
Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron rebatirle; ese tipo de amor era algo que no conocían. Ojalá algún día puedas encontrar un amor así, y si lo encuentras, jamás, pero jamás lo dejes ir...




Cuándo sea Viejo Tenme Paciencia Hijo Mio
Amado hijo:
El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.
Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia. Recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.  Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando estemos reunidos y sin querer, haga mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando niña te ayude y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo.
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que fui yo quien te enseño tantas cosas.   Comer, vestirte y como enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia.
Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.
Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.
Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuánto puedo y cuando no debo.
También comprende que con el tiempo, ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.
Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar.........dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.
Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o cuanto te amé.
Trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir.
Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer.
Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.
No te sientas triste, enojado o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
Atentamente.
Tu viejo.




10 Reglas de Oro del  Matrimonio
1. Nunca se enfaden los dos al mismo tiempo. Para lograrlo es necesario ser prudente, y saber, con fortaleza, reprimir la ira que se levanta en nuestro interior.
2. Nunca se griten el uno al otro a menos que la casa esté en llamas. Hay que tener templanza y moderación de las pasiones.
3. Si uno de los dos tienen que vencer en una discusión, deja que el otro sea el ganador. En el fondo de esta actitud hay amor del bueno, que prefiere ceder para obtener la paz. La aparente «derrota» se convierte en una gran victoria sobre sí mismo.
4. Si tienes que criticar, hazlo con amor. Lealtad: decir las cosas serenamente, sencillamente, y sobre todo pensando en el otro, en su bien. ¡Es preciso ser fuerte, prudente y recto para actuar de esta manera!
5. Nunca se echen en cara los errores del pasado. Debe llegar tu amor para con los defectos y las debilidades del otro. Amarle de verdad, incluso con sus defectos.
6. Sé obstinado con cualquiera antes que con el otro. Tenemos que preocuparnos antes de los más cercanos a nosotros.
7. Nunca se vayan a dormir con un desacuerdo sin resolver. Claridad en las relaciones. Humildad para reconocer la parte de culpa propia. Olvido de los rencores y los enfados. Confianza en el otro.
8. Por lo menos una vez al día trata de decirle algo bondadoso o un cumplido agradable al otro. Esto suena algo así como detalles pequeños en el cariño, cordialidad y galantería.
9. Cuando hayas hecho algo equivocado, prepárate para admitirlo y pedir perdón.
Sinceridad y sencillez, porque no es mejor quien no se equivoca nunca.
10. Dos no pelean si uno no quiere, y el que está equivocado es el que más habla. Lógicamente, el que está más sereno es el que mejor puede ceder. Las cosas se ven mejor con cierta distancia. Sentido común, amor a la paz.




El leñador: Acerca de la Necesidad de Recibir
"Un leñador, acostumbrado al arduo trabajo de derribar árboles, terminó casándose con una mujer que era exactamente su opuesto: delicada, suave, capaz de hacer lindos bordados con sus dedos gentiles. Orgulloso de su esposa, él pasaba todo su tiempo en el bosque, haciendo su trabajo para que nada faltase en su casa.
Vivieron juntos durante muchos años, tuvieron tres hijos que crecieron, estudiaron, se casaron y fueron a vivir a lugares distantes, como suele suceder la mayoría de las veces. La pareja continuaba en la misma cabaña, pero mientras el hombre se sentía cada vez más fuerte por causa de su trabajo, la mujer empezó a debilitarse. Ya no bordaba más, perdió el apetito, no hacía sus caminatas diarias, y vio desaparecer toda la alegría de su vida. Su estado de salud se agravó de tal manera que ya no se levantaba más de la cama.
El marido ya no sabía qué hacer. Una noche cuando una fiebre alta hizo que el rostro de su esposa adquiriera una palidez mortal, él tomó con sus manos fuertes los delicados dedos de su esposa y comenzó a llorar:
- ¡No me dejes!-decía sollozando.
La mujer tuvo fuerzas para decir, en medio de los delirios provocados por la fiebre:
-¿Pero por qué lloras?
-¡Porque te necesito!
El brillo de los ojos de la mujer pareció retornar.
¿Y sólo ahora es que me lo dices? Yo pensé que cuando nuestros hijos crecieron y partieron, mi vida había perdido el sentido. ¡Tú siempre has sido tan independiente!.
-Yo tenía vergüenza de recibirlo -dijo el leñador.- Siempre pensé que no merecía todo lo que hacías por mí.
A partir de ese día la mujer volvió a recuperar la salud, volvió a caminar por el bosque y a hacer sus bordados. Su vida había vuelto a tener sentido porque alguien la necesitaba. Alguien era capaz de recibir la mejor cosa que podía dar: su amor.



La Suegra: cómo matar a la suegra
Lin es una linda joven china, que se casó y, por no tener todavía su propia casa, fue a vivir con su marido en la casa de su suegra.
Después de un tiempo, comenzó a ver que no se adaptaba a la suegra.
Sus temperamentos eran muy diferentes y Lin se irritaba cada vez más con los hábitos y costumbres de la suegra, a quien criticaba cada vez con mayor insistencia.
Con el correr de los meses, las cosas fueron empeorando, al punto de que la vida se volvió insoportable.
Sin embargo, según las antiguas tradiciones de la China, la nuera tiene que estar siempre al servicio de la suegra y obedecerla en todo.
Pero Lin, no soportando más la idea de vivir con su suegra, decidió ir a ver a un maestro, viejo amigo de su padre.
Después de oír a la joven, el maestro Huang tomó un ramillete de hierbas medicinales y le dijo: “Para que usted se libre de su suegra, no debe usar estas hierbas de una sola vez, pues eso despertará sospechas. Usted debe mezclarlas con la comida, poco a poco, día tras día y, así, ella será envenenada lentamente. Pero, para tener la seguridad de que, cuando ella muera, nadie sospeche de nada, usted debe tener mucho cuidado en tratarla siempre amistosamente. No discuta y ayúdela a resolver sus problemas.”
Lin respondió: “Gracias, maestro Huang, haré todo lo que usted me recomienda”.
Lin se puso muy contenta y volvió entusiasmada con el proyecto de asesinar a la suegra.
Durante varias semanas, Lin sirvió, día por medio, una infusión preparada especialmente para la suegra. Y tenía siempre presente la recomendación del maestro Huang para evitar sospechas: controlaba su temperamento, obedecía a la suegra en todo y la trataba como si fuera su propia madre.
Pasados seis meses, toda la familia estaba cambiada.
Lin controlaba bien su temperamento y casi nunca se enojaba.
Durante esos meses, no tuvo ni una discusión con la suegra, que también se mostraba mucho más amable y más sencilla de tratar.
Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.
Cierto día, Lin buscó al maestro Huang para pedirle ayuda y le dijo: “Maestro, por favor, ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Es que ella se transformó en una mujer agradable y la quiero como si fuera mi madre. No quiero que muera por causa del veneno que le doy”.
El maestro Huang sonrió y movió la cabeza: “Lin, no se preocupe. Su suegra no cambió. Quien cambió fue usted. Las hierbas que le di son vitaminas para mejorar la salud. El veneno estaba en sus actitudes, pero fue siendo reemplazado por el amor y cariño que usted le comenzó a dar”.
¡Ahora, amigas queridas, preparen las hierbitas y comiencen el tratamiento con sus suegras!




La Creación de las Madres: la creación perfecta
La creación perfecta
Cuando Dios, nuestro Señor, creó a la mamá; ya estaba en su sexto día en tiempo extra.
Un ángel se apareció y le dijo: "¿Que estáis haciendo que tanto entusiasmo le ponéis?"
El Señor le contestó: "¿Has leído las especificaciones de esta orden? ¡Es una mamá!
Tiene que ser completamente lavable y no de plástico, tener 180 partes movibles y reemplazables, debe poder trabajar con sólo beber agua y poder vivir de sobras, tener un asiento en las piernas que al pararse desaparece, debe dar besos que curan desde una pierna rota hasta un corazón desilusionado y tener seis pares de manos".
El ángel le dijo: "¿¡Seis pares de manos!? ¡Imposible!"
Pero no son las manos las que me preocupan, dijo el Señor, son los tres pares de ojos que este modelo debe llevar; un par que mira a través de las puertas cerradas, un par en la parte de atrás de la cabeza que adivina cualquier peligro y, por supuesto, un par en la frente que ve cuando el hijo comete un error y lo ve y le dice sin hablar: "Entiendo y te quiero hijo."
El ángel tocándole la manga a su Señor le dijo: "Señor, vamos a dormir, ya seguirás mañana".
No, no puedo, dijo el Señor, estoy a punto de crear alguien tan cerca de mí, que debo terminar.
Debe ser alguien que se cure solo, alguien que resuelve todo, que pueda alimentar a una familia de seis con unos cuantos billetes, que logre meter a un niño de nueve años bajo la regadera y contarle un cuento capaz de tranquilizarlo.

El ángel rodeó el modelo reservado de la mamá y dijo: "Es muy suave y se ve fuerte".
El señor le contestó: "No te puedes imaginar lo que esta madre puede hacer y tolerar".
"¿Puede pensar?”. “No sólo pensar sino razonar y complementar", dijo el Creador.
"¿Y esa lágrima en los ojos, para qué es?"
Es -dijo el Señor- de gozo, tristeza, decepción, dolor, soledad, orgullo y alegría.
"Señor -dijo el ángel- ¡es hermosa!"
Y el Señor, mirando tristemente su modelo, dijo:
"Lo malo es que nunca tendrá descanso y jamás obtendrá ni la mitad de amor que ha entregado y por eso:
¡Le doy mi bendición más especial!...
¡Esta es mi creación perfecta!"







Escuchando a Mamá …

Dos amigas se encontraban tomando un café y una le comenta en tono de queja a la otra:
- "Mi mamá me llama mucho por teléfono para pedirme que vaya a platicar con ella. Yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser.
Ya sabes cómo son los viejos: cuentan las mismas cosas una y otra vez. Además, nunca me faltan compromisos: que el trabajo, que mi novio, que los amigos... "
- "Yo en cambio..." - le dijo su compañera - "...platico mucho con mi mamá. Cada vez que estoy triste, voy con ella; cuando me siento sola, cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y me siento mejor. "
- "Caramba..."se apenó la otra"... Eres mejor que yo. "
- "No lo creas, soy igual que tú" respondió la amiga con tristeza, "...visito a mi mamá en el cementerio. Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo, tampoco yo iba a platicar con ella y pensaba lo mismo que tú.
No sabes cuánta falta me hace su presencia, cuánto la echo de menos y cuánto la busco ahora que ha partido. Si de algo te sirve mi experiencia, platica con tu mamá hoy que todavía la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro las tiene y trata de hacer a un lado sus errores que de una forma u otra ya forman parte de su ser.
No esperes a que este en un panteón, porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar, no permitas que te pase lo que me pasó a mí."
En el automóvil, iba pensando la muchacha en las palabras de su amiga. Cuando llego a la oficina, dijo a su secretaria:
- "Comuníqueme por favor con mi mamá, no me pase más llamadas y también modifique mi agenda porque es muy probable que este día, se lo dedique a ella!!”

Desafortunadamente no siempre estamos evaluando el cariño o la amistad de quienes nos rodean y en ocasiones las perdemos porque no sabíamos qué tan importante era hasta que ya nos pertenece, hacer una retrospectiva y darles la dimensión correcta a quienes nos rodean, puede ser una última oportunidad.




Un Mujerón Es…
Mujeron es la empresaria ¿Qué es un mujeron?
Pídale a un hombre que le describa un mujeron: Inmediatamente le hablará del tamaño de los senos, de la medida de la cintura, del volumen de los labios, de las piernas, de las pompis y del color de los ojos; o le dirá que un mujeron tiene que ser una rubia de 1.80 m, llena de silicón y sonrisa Colgate.
Mujerones, dentro de ese concepto, no existen muchas: Cindy Crawford, Claudia Schifer, Linda Evangelista, Naomi Campbell, Vera Fischer, Malu Mader, Leticia Spiller, Adriane Galisteu, Lumas y Brunas.
Ahora, pregúntele a una mujer lo que ella considera un mujeron y usted descubrirá que hay una en cada esquina.
Mujeron, es aquélla que toma dos autobuses para ir a su trabajo y dos más para regresar y, cuando llega a su casa, encuentra un cesto lleno de ropa para lavar, la tarea de los niños para revisar y una familia hambrienta para alimentar. Mujeron, es aquélla que va por la madrugada a hacer cola para garantizar la inscripción de sus hijos en el colegio y aquella jubilada que pasa horas parada haciendo cola en un banco para cobrar una pensión insultante.
Que administra decenas de funcionarios de lunes a viernes y una familia todos los días de la semana. Mujeron, es quien regresa del supermercado cargando varias bolsas después de haber comparado precios y hacer malabarismos con el presupuesto.
Mujeron, es quien lleva los hijos a la escuela y los va a buscar, los lleva a las clases de natación y los busca, los lleva a la cama, les cuenta historias, reza con ellos, les da un beso y apaga la luz.
Mujeron es aquella madre de un adolescente que no duerme mientras éste no llega sano y salvo a casa y que bien temprano por la mañana ya está levantada, calentando la leche y haciendo el café.
Mujeron, es quien enseña a cambio de un salario mínimo, es quien hace servicios voluntarios, es quien vendimia, es quien siembra, es quien opera pacientes, es quien lava ropa para otros, es quien pone la mesa, hace la sopa y en las tardes trabaja detrás de un mostrador.
Mujeron es quien sabe dónde está cada cosa, lo que cada hijo siente y cuál es el mejor remedio para la acidez, para los deditos magullados y para las pesadillas.
A las amigas mujeronas ¡felicitaciones!
A los hombres que tienen un "Mujeron" en casa y no lo saben, sea esposa, madre, abuela, hermana o secretaria del hogar... ¡valórelas!

La mujer se aprecia por lo que lleva dentro, no por el estuche




La Alegría de Perder
Qué hermoso es perder ante la mujer que se ama, en un juego, una apuesta o un debate de ideas.
Que grato es gozar de su sonrisa triunfadora, verla feliz disfrutando de su acierto.
Qué placer se siente al darle la razón y decirle que sus pálpitos y argumentos son mejores que los nuestros.
Qué agradable es perder para que se haga lo que ella propone como un acto de justicia y un tributo a su talento.
Pero la derrota más dulce es la que sufrimos ante sus encantos, comprobando que nuestro poder de autocontrol es tan sólo un cuento.
Y qué hombría la nuestra, la de vivir complaciendo sus gustos, caprichos, antojos y vanidades sólo para halagarla y verla contenta.
Así somos. Esa es nuestras naturalezas fuertes ante el infortunio, casi invencibles ante las vicisitudes de la vida, pero débiles, como hojas al viento, ante la mujer que amamos.
Ella sabe que nada en el mundo tiene más poder que un Sí en sus labios, que su atractivo es superior a nuestras fuerzas y que con una simple mirada, nos domina.
El hombre vencedor por excelencia, desde niño vive con la obsesión de ganar.
Para eso estudia y se supera, para ser un ganador.
Y ya de adulto, puede desafiar a un ejército, declarar guerras, conquistar el planeta, pero cae rendido ante los atributos de su amada.
Y es que para eso nació el varón; para amarla sin medida, admirarla, engreírla, cuidarla y protegerla.
Su más grande derrota la sufre en los altares, cuando feliz, entrega su libertad; y por amor, deja que le corten las alas.
Qué hermoso es perder ante la mujer que se ama.
Y es de hombres…, comprobar después, cuánto se gana.




Que pide un Hijo: Carta de un hijo a los padres
No me des todo lo que te pida, a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar.
No me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
No des siempre órdenes... Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas... Si me prometes un premio dámelo, pero también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si tú me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer: decídete y mantén esta decisión.
Déjame valerme por mí mismo, si tú haces todo por mí yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro... me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice, a veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti, y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
No me digas que haga una cosa y tú no la haces, yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
Cuando te cuente un problema mío no me digas: no tengo tiempo para boberías o eso no tiene importancia, trata de comprenderme y ayudarme.
Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir aunque tú no creas necesario decírmelo.







Hoy recibí flores
Reflexión "Hoy me regalo flores" No es mi cumpleaños o ningún otro día especial; tuvimos nuestro primer disgusto anoche y él me dijo muchas cosas crueles que en verdad me ofendieron. Pero sé que está arrepentido y no las dijo en serio, porque él me mandó flores hoy.
No es nuestro aniversario o ningún otro día especial; anoche me lanzó contra la pared y comenzó a ahorcarme.
Parecía una pesadilla, pero de las pesadillas despiertas y sabes que no es real; me levanté esta mañana adolorida y con golpes en todos lados, pero yo sé que está arrepentido; porque él me mandó flores hoy.
Recibí Flores hoy y no es día de San Valentín o ningún otro día especial; anoche me golpeó  y amenazó con matarme; ni el maquillaje o las mangas largas podían esconder las cortadas y golpes que me ocasionó esta vez.
No pude ir al trabajo hoy, porque no quería que se dieran cuenta. Pero yo sé que está arrepentido; porque él me mandó flores.
Recibí Flores hoy y no era el día de las madres o ningún otro día especial. Anoche el volvió a golpearme, pero esta vez fue mucho peor.
Pero si logro dejarlo, ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo podría yo sola sacar adelante a los niños? ¿Qué pasará si nos falta el dinero? ¡Le tengo tanto miedo! dependo tanto de él que temo dejarlo. Pero yo sé que está arrepentido, porque él me mandó flores hoy.
Recibí Flores hoy. Hoy es un día muy especial: “Es el día de mi funeral".
Anoche por fin logró matarme. Me golpeó hasta morir.
Si por lo menos hubiera tenido el valor y la fortaleza de dejarlo. Si hubiera leído el miedo en los ojos de mis hijos. Si hubiera aceptado ayuda profesional, ¡Hoy no hubiera recibido flores! Tu puede salir sola adelante por tus hijas, por ti misma. No permita que el miedo te traicione.










Más que un anillo de compromiso
Un muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le mostró una hermosa piedra solitaria que brillaba como un pequeño sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo, preguntó el precio y con una sonrisa se dispuso a pagarlo.
-¿Se va usted a casar pronto? Preguntó el joyero.
-¡No!, respondió el muchacho, ni siquiera tengo novia.
Es para mi mamá, dijo el muchacho. Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que se hiciera un aborto, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me regaló la vida que hoy puedo disfrutar. Fue padre y madre. Amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella.
El joyero, sorprendido, no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que hiciera al joven el descuento especial que sólo se hace a los clientes importantes.












 PARA TI MUJER INVISIBLE: El día que me volví invisible

En esta casa, todas las cosas antiguas han ido desapareciendo.
Y yo, yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.
Primero me cambiaron de cuarto, pues la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aún, acompañada de una de mis biznietas.  Ahora ocupo el cuarto de los trebejos, el que está en el patio de atrás.
Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.
Desde hace mucho tiempo tenía intenciones de escribir, pero me he pasado semanas buscando una pluma, y cuando al fin la encontraba, yo misma volvía a olvidar en dónde la había puesto.
A mis años, las cosas se pierden fácilmente, claro que es una enfermedad de ellas, de las cosas, porque yo estoy segura de tenerlas, pero siempre se desaparecen.
La otra tarde caí en la cuenta de que también mi voz ha desaparecido.  Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos, no me contestan.  Todos conversan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen.
A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno y que les van a servir de mucho mis consejos, pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces, llena de tristeza, me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar la taza de café. Lo hago así de repente, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta de que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan disculpas.
Pero nadie viene.
El otro día les dije que cuando muriera entonces sí que me iban a extrañar. El niño más pequeño dijo: “¿Ah... es que tú estás viva, abuela?”.  Les cayó tan en gracia que no paraban de reír.  Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró unos de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio.
Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible.
Me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme. Los niños corren a mi alrededor, de un lado al otro, sin tropezar conmigo.
Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil: le llevé un té especial que yo misma preparé. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Sólo que estaba viendo la televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El té, poco a poco se fue enfriando. Mi corazón también.
Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos de día de campo. Me puse muy contenta ¡Hacía tantos años que no salía, y menos al campo! Entonces el sábado fui la primera en levantarme. Quise arreglar mis cosas así que me tomé mi tiempo para no retrasarlos.
Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban bolsas y juguetes al coche. Yo ya estaba lista y, muy alegre, me paré en el zaguán a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en el bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el coche o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a gusto por el bosque.
Sentí clarito cómo mi corazón se encogió. La barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta las ganas de llorar.  
Vivo con mi familia y cada día me hago más vieja, pero cosa curiosa, ya no cumplo años.
Nadie me lo recuerda. Todos están tan ocupados. Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes. Ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, se besan. Yo ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que daba tenerlos en mis brazos como si fuesen míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creía recordar...
Pero un día mi nieta, que acababa de tener a su bebé, dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud.
Ya no me les acerqué más, no fuera ser que les pasara algo malo a causa de mis imprudencias. ¡Tengo tanto miedo de contrariarlos!
Ojalá que el día de mañana, cuando ellos lleguen a viejos... Sigan teniendo esa unión entre ellos para que no sientan el frío ni los desaires.
•   Que tengan la suficiente inteligencia para aceptar que sus vidas ya no cuentan, como me lo piden.
•  Y Dios quiera que no se conviertan en "viejos sentimentales que todavía quieren llamar la atención".
•    Y que sus hijos no los hagan sentir como bultos para que el día de mañana no tengan que morirse estando muertos desde antes... como yo.








A LA MADRE MUERTA: No me canso de extrañarte
Recuerdos de mi Madre
Desde aquel día que partiste, me pregunté qué sería de mi vida, tal vez una veleta del destino, una nube sin rumbo fijo. Y como si esas palabras hubieran llegado a tus oídos, una noche me hablaste entre sueños y me vi entre tus brazos, entonces me dijiste: ³Hijo: hijo mío, no importa que no me veas, yo te contemplo desde el cielo, veo que a veces sufres, que sientes tristeza y soledad. Aférrate a lo que anhelas y jamás pierdas la fe, demuestra el valor ante las adversidades de la vida y construye tu felicidad’. Desde entonces, cada mañana aspiro el aroma matutino de la naturaleza, en cada momento tengo en mi mente presente tu imagen buena y sobre todo, recuerdo tus bellos consejos para nunca fracasar. Hoy que es 10 de Mayo vengo a adornar tu tumba, como tú adornabas mis prendas cuando me enseñaste a caminar, vengo a depositar estas flores como aquellas rosas que cortábamos juntos para llevarlas a la iglesia cuando me enseñabas a rezar. Vengo a llorar ante tu tumba como cuando llorábamos juntos al sentirnos golpeados por la vida y sentíamos soledad. Gracias Madre, he sentido tus dulces palabras amorosas que tantas veces me consolaron. Y a ti en el altar que tengo dedicado a tu memoria vivirás eternamente hasta que contigo y ante Dios nos volvamos a encontrar.








El último beso que no le di a mi mamá
Como todas las mañanas desde hace ya 6 años, me despertó mi madre esta mañana para ir a la escuela, había pasado una mala noche, con pesadillas sobre monstruos y me costaba trabajo levantarme. A los 10 minutos mi madre volvió a despertarme esta vez con más premura, se me estaba haciendo tarde, me levanté como un bólido, apenas si me lave la cara me comí el desayuno en un abrir y cerrar de ojos y ahí estaba mi mamá diciéndome:
-Come despacio, te vas a ahogar.
Con las prisas del momento le contesté de mala manera:
-Si ya lo sé, no empieces a regañarme. Aun tuve que soportar las preguntas de rigor:
¡Llevas el almuerzo?, ¿Te cepillaste los dientes?, ¿Tienes listos los libros? Yo aún más impaciente le contestaba levantando la voz ¡Ya te dije que sí!
Ella sonrió suavemente y me dijo:
-Anda, dale un beso a tu madre y ve con cuidado a la escuela.
Alce los hombros con fastidio y le dije medio enfadado:
_! Mamá ¡Ya es muy tarde y no tengo tiempo para eso!
-Está bien hijo, ve deprisa, que Dios te proteja.
Aun retumban mis propias palabras en mi oído:
¡No tengo tiempo para eso…!
Con las prisas y el enfado me paso por alto un leve destello de tristeza en su mirada, mientras iba corriendo hacia la escuela estuve a punto de regresarme a darle el beso a mi madre, sentía un nudo en el corazón, pero mis compañeros comenzaron a llamarme y fui hacia ellos, ¿Con que excusa regresaría? ¿Qué iba a darle un beso a mi madre? Se hubieran reído de mí. De todas formas al regresar a casa después de las clases vería a mi madre en la puerta de la casa esperándome como siempre lo hace, estar pendiente de mí.
¡El día se me paso volando en la escuela, entre clase y clase y el almuerzo, ya se me había olvidado el incidente de la mañana, sin embargo esta vez, apenas terminé las clases salí corriendo a mi casa sin entretenerme.
Desde algunos metros antes de llegar a la casa ya esperaba ver la figura de mi madre en la puerta, pero no había nadie esta vez, supuse que estaría adentro entretenida  con algo pero extrañe de momento su presencia tan segura. Antes de abrir la puerta, salió mi padre. ¿Pero era mi padre?   Aquel hombre era mucho mayor de lo que siempre me había parecido, los hombros caídos, los ojos hinchados y un profundo halo de tristeza lo rodeaba. Mi corazón empezó a latir alocadamente, presintiendo algo, apenas me salió la voz para preguntar: ¿Qué pasa papá, mamá está bien? En un suspiro me contestó:
“Tu madre sufrió un ataque al corazón esta mañana, su muerte fue instantánea, nadie se enteró hasta vinieron a visitarla y la encontraron ahí tendida en el pasillo, fue muy rápido, hijo; se fue nuestro ángel….” Un sollozo salió de su garganta y no pudo continuar hablando. ¡Mi mamá!, ¡Mi mamá!, la que todas las mañanas me despertaba, la que por las noches rezaba conmigo, me arropaba y me daba un beso de buenas noches, la que me consolaba cuando me veía triste, la que reía con mis alegrías, mi madre, a la que esta mañana conteste de mala manera, a la que no le di un beso de despedida, ¡Mi mamá!
Dios, perdóname, dile que me perdone, aun soy un niño pretendiendo ser un hombre, dile por favor que ella es lo que más quiero en esta vida, que sus abrazos me han dado seguridad siempre y es ahí donde me he sentido más protegido. Dile que su suave sonrisa me acompañara toda la vida, y que prometo valorar a las personas que comparten conmigo mi existencia, no malhumorarme con ellas sin ningún motivo y que les daré mil besos día a día por todos los que no pude darle a ella, a mi padre, mis hermanos a mis hijos, sus nietos. ¡Cuídala por mí, Dios, que ella ha sido muy buena y dile por favor que cuando me sienta, enfermo, deprimido, triste, desolado venga a mi lecho y me arrope como siempre lo hizo.
Disfruten con las personas queridas cada día, como si fuera el último; nunca sabemos hasta cuándo tendremos la dicha de su presencia mortal, y si ya no está con nosotros, una madre nunca te dejará solo, te seguirá cuidando desde el cielo.
Disfruten a sus padres, sus hermanos, a sus hijos, a su familia, a los amigos, porque después podemos lamentarnos de no haber compartido y disfrutado con ellos aquellos momentos que pudimos hacerlo….







Antes de ser mamá
Yo comía mi comida caliente.
Mi ropa lucía planchada y limpia todo el día.
Podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas.
ANTES DE SER MAMÁ...
Me dormía tarde, tan tarde como quería  y jamás me preocupaban las desveladas.
Cepillaba y cuidaba mi pelo, lucía uñas largas y hermosas. Mi casa  estaba limpia y en orden, no tenía que brincar juguetes olvidados por  todos lados.
ANTES DE SER MAMÁ...
No me apuraba si alguna de mis plantas era venenosa, ni pensaba en lo  peligroso de las  escaleras o las esquinas de mis muebles.
No dejaba mi tiempo en consultas mensuales con el doctor, ni consideraba  siquiera la palabra VACUNA.
ANTES DE SER MAMÁ...
No tenía que limpiar comida del piso, ni lavar las huellas de pequeños  deditos marcadas en los vidrios.
Tenía control absoluto de mi mente, mis pensamientos,  mi cuerpo y mi aspecto físico...
Dormía toda la noche y los fines de semana eran totalmente relajados.
ANTES DE SER MAMÁ...
No me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica, no tuve jamás que detener, con lágrimas en mis ojos, una  piernita que sería  inyectada.
ANTES DE SER MAMÁ... Yo nunca sentí un nudo en la garganta al mirar a  través de unos ojos llorosos y una carita sucia.
No conocía la felicidad total con sólo  recibir una mirada.
No pasaba horas mirando la inocencia  dormir en una cuna.
Nunca sostuve a un bebé dormido SOLO porque no quería alejarlo de mí
ANTES DE SER MAMÁ...
Nunca sentí que mi corazón se rompía en un millón de pedazos al no poder calmar el dolor de un niño.
Nunca supe que algo tan pequeño, podía afectar TANTO mi mundo.
Nunca supe que podía amar a alguien de ese modo, nunca supe que amaría como una MADRE.
ANTES DE SER MAMÁ...
Yo no conocía el sentimiento que provoca tener mi corazón fuera de mi cuerpo.
No sabía que tan especial me sentiría al alimentar a un bebé hambriento.
No sabía de esa cercanía inmensa entre una madre y su hijo.
No sabía que algo tan chico podría hacerme sentir tan importante.
ANTES DE SER MAMÁ...
No imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor.
No imaginaba lo grande y lo maravilloso que sería,
No imaginaba la satisfacción de ser madre, no sabía que yo era capaz de sentir tanto...
HOY NO IMAGINO MI VIDA SIN ESA PEQUEÑA SONRISA PICARA Y TRAVIESA,
SIN ESA HUELLA DE CHOCOLATE EN LA PARED, SIN ESE OLOR A PUREZA, SIN
ESCUCHAR DE UNOS PEQUEÑOS LABIOS
ESA PALABRA CORTA Y LARGA A LA VEZ...

"MAMÁ".




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